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La creciente influencia económica china en América Latina


Durante más de un siglo, Estados Unidos ha sido la hegemonía económica indiscutible en América Latina. Sin embargo, durante las últimas dos décadas, China ha desplazado a la nación norteamericana como el principal socio comercial de la región en muchos países latinoamericanas. Además, Beijing se ha convertido en una importante fuente de préstamos e inversiones extranjeras directas. Cada vez más, los gobiernos latinoamericanos de todas las tendencias ideológicas ven a China como una alternativa económica viable.


Estos acontecimientos y una respuesta de Estados Unidos no enfocada sugieren que el futuro económico a mediano plazo de América Latina bien puede estar marcado por el dominio dual entre estas dos super potencias, un escenario que puede beneficiar a la región.


El ascenso económico de China en América Latina fue impulsado por su interés en asegurar recursos durante el auge de las materias primas de la década de 2000 y principios de la de 2010, la inversión de su creciente riqueza y sus ambiciones geopolíticas globales. El comercio chino con América Latina creció de solo 12 mil millones de dólares en 2000 a más de 430 mil millones en 2021, impulsado por la demanda de una variedad de productos básicos, desde soja hasta cobre, mineral de hierro, petróleo y otras materias primas. Mientras tanto, estas importaciones estaban vinculadas a un aumento en las exportaciones chinas de bienes manufacturados con valor agregado. 

Actualmente, China es el segundo socio comercial más grande de la región y el mayor socio comercial en nueve países (Cuba, Paraguay, Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, Perú, Bolivia y Venezuela).

Sin embargo, en el caso de México, Estados unidos sigue siendo el principal socio comercial con cifras comerciales del más del doble que con China. Según el Fondo Monetario Internacional. México representa el 71 por ciento del comercio latinoamericano de Estados Unidos.


Por otra parte, la relación del gigante asiático no se limita exclusivamente al comercio, sino también a las finezas. Desde 2005, China ha otorgado más de $ 140 mil millones en préstamos soberanos a Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela y otros, a menudo a cambio de petróleo (aunque como consecuencia de la pandemia de Covid-19 no ofreció nuevos préstamos en 2020 o 2021). China también ha priorizado la inversión extranjera directa a través de su iniciativa global Belt and Road (BRI), enviando miles de millones a empresas chinas y latinoamericanas a través del Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación de China. Estas empresas han invertido en proyectos de infraestructura regional, incluidos puentes, instalaciones portuarias, represas hidroeléctricas y carreteras. En América Latina, 11 países (Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Cuba) se han adherido al BRI.


Estados Unidos se ha involucrado más a través de la IED, que aumentó considerablemente en 2021. Las interrupciones de la pandemia en la cadena de suministro global han dado un impulso a las oportunidades de nearshoring que beneficiarían directamente a América Latina.


En 2021, el presidente Joe Biden emitió una orden ejecutiva en la que pedía a las agencias gubernamentales de la Unión Americana que abordaran los riesgos para las cadenas de suministro y alentaba a las empresas estadounidenses a acercar la producción a sus hogares. Los países más preparados para aprovechar esto son México, América Central y el Caribe, especialmente aquellos que son democracias políticamente estables. No es casualidad que la participación de las exportaciones de México a Estados Unidos frente a las exportaciones asiáticas aumentara del 37 % en 2018 al 41 % en 2021 y al 44 % en 2022.

 
 

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